Lun Mar Mié Jue Vie Sáb Dom
MESA REDONDA: Manuela Martín, periodista, directora Diario HOY; Carlos Pajuelo, psicólogo y orientador en el equipo psicopedagógico de atención temprana de la Consejería de Educación y Empleo de la Junta de Extremadura; y Manuel Jiménez, médico y psicólogo, miembro de la Unidad del Dolor del Hospital Perpetuo Socorro, en Badajoz.
MESA REDONDA: Manuela Martín, periodista, directora Diario HOY; Carlos Pajuelo, psicólogo y orientador en el equipo psicopedagógico de atención temprana de la Consejería de Educación y Empleo de la Junta de Extremadura; y Manuel Jiménez, médico y psicólogo, miembro de la Unidad del Dolor del Hospital Perpetuo Socorro, en Badajoz.
En nuestra Diócesis celebramos la memoria del religioso san Pedro de Alcántara, que nació en Alcántara (Cáceres) en 1499. Después de terminar sus estudios en Salamanca, ingresó en la Orden Franciscana, donde desempeñó diversos cargos. Se distinguió por su vida de penitencia y austeridad, y por su intensa vida de oración. Se dedicó a la predicación con gran fruto y escribió varias obras. Ayudó con sus consejos a santa Teresa de Jesús. Murió en Arenas de san Pedro (Ávila) en 1562.
Dirigido a varones mayores de 18 años que se estén planteando qué es lo que Dios le pide en este momento de su vida, incluyendo la posibilidad del ministerio sacerdotal.
Los encuentros comienzan a las 12.30 h. con la acogida. A las 13 h, habrá un tema de trabajo o meditación y a las 14 h., la comida. Después, hasta las 15.30 h, habrá un tiempo de convivencia.
El recorrido será el siguiente:
Salida del templo de la Concepción (calle San Juan), C/ Soto Mancera, C/ San Pedro De Alcántara, plaza La Soledad, C/ Francisco Pizarro, C/ Vicente Barrantes, plaza de España (por delante de la Puerta del Cordero de la S.I. Catedral), C/ Donoso Cortés, C/ Bravo Murillo, C/ San Juan hasta su Iglesia.
Los santos Servando y Germán, naturales de Mérida, fueron apresados por ser cristianos durante la persecución de Diocleciano. El pretor romano decidió trasladarlos en medio de tormentos hasta Tingitania (Marruecos), donde debían sufrir el martirio. Finalmente determinó que fuesen martirizados en Cádiz, en una colina conocida como «heredad Ursiana» del «convento gaditano», en donde fueron degollados durante la persecución de Diocleciano. Después de la invasión sarracena, los venerados restos son trasladados a Sevilla y Oviedo, respectivamente.