Los santos Servando y Germán, naturales de Mérida, fueron apresados por ser cristianos durante la persecución de Diocleciano. El pretor romano decidió trasladarlos en medio de tormentos hasta Tingitania (Marruecos), donde debían sufrir el martirio. Finalmente determinó que fuesen martirizados en Cádiz, en una colina conocida como “heredad Ursiana” del “convento gaditano”, en donde fueron degollados durante la persecución de Diocleciano. Después de la invasión sarracena, los venerados restos son trasladados a Sevilla y Oviedo, respectivamente.
San Atón, obispo y patrono de nuestro Seminario diocesano, nació hacia el 1075, discutiéndose su cuna entre Badajoz y Pescia. Abrazó la profesión monástica en Vallumbrosa por mandato de san Bernardo de los Ubertos. Su piedad y carácter hizo que en torno al 1120 fuera elegido abad general de la orden bendictina Vallumbrosona.
Elegido obispo de Pistoia en 1133, ejerció con celo apostólico como pastor conservando la propia austeridad de monje. Murió en Pistoia el 21 de junio de 1153.
En la obra Vita Patrum emeritensium, el diácono Paulo nombra dos iglesia con la advocación de Santa María: la catedral y otra que había fuera de la ciudad. La principal era la Catedral, la más antigua y la mayor: “ecclesia seniories, quae vocatur Sancta (María) Hierusalem“. En ella celebraba el Obispo las grandes solemnidades.
En la Bula pontificia Universae Ecclesia sustinentes del 16 de julio de 1994, que eleva la diócesis pacense a archidiócesis de Mérida-Badajoz, se designa Concatedral a la Iglesia citada de Santa María de Mérida.