La Archidiócesis de Mérida-Badajoz se suma a la campaña de la Conferencia Episcopal Española (CEE) #HazMemoria que durante 12 semanas pretende mostrar la vida real de la Iglesia, las actividades que realiza y las personas que las llevan adelante.

La primera semana se fija en la religiosidad popular como expresión viva y vivificante de la fe de un pueblo.

La Semana Santa, los santuarios marianos, tradiciones, romerías, forman parte del modo de ser cristiano de este pueblo. La fe llegó a la Hispania romana en el primer siglo de nuestra era, muy pronto se encarnó en los pueblos que habitaban la península ibérica e impregna, desde entonces, la cultura que se vive en cada momento.

Como ha ocurrido en otros lugares, esa fe se mezclará con las formas de vida, con costumbres ancestrales, con el calendario agrícola, con la idiosincrasia popular y dará lugar a una cultura propia en la que la expresión festiva de la religión es un elemento más.

Cuando la fe se encarna en la cultura popular surge una religiosidad que tiene una forma propia y unas expresiones impulsadas por el pueblo que la acoge y el contexto en que se viven. Los ejercicios de piedad en torno a las fiestas litúrgicas o las celebraciones marianas y de los santos en pueblos y ciudades de España, tienen como objetivo acercar al pueblo cristiano al conocimiento de Dios y a su adoración.

La religiosidad popular pone en relación las expresiones populares de la fe y los misterios centrales de la vida cristiana. De las prácticas de piedad, romerías, peregrinaciones, cofradías o salidas procesionales se lleva a contemplar y adorar el misterio de la redención, la presencia en la Eucaristía, la veneración de la Madre de Dios. En toda España, más de cuatrocientas celebraciones religiosas tienen han sido declaradas de interés nacional o internacional.

Aunque, en algún tiempo la piedad popular fue mirada con desconfianza, ha sido objeto de revalorización en las décadas posteriores al Concilio. Fue Pablo VI en su Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi quien le dio un impulso decisivo al señalar que la piedad popular «refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer» y que «hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe». Más cerca de nuestros días, el Papa Francisco, en América Latina, señaló que se trata de un «precioso tesoro de la Iglesia católica» y que en ella «aparece el alma de los pueblos latinoamericanos» (EG 123).

Religiosidad en torno a lugares, peregrinaciones y celebraciones

En torno a la Semana Santa, en cada ciudad o pueblo de nuestra archidiócesis hay una tradición. En cada lugar una tradición, una expresión propia de religiosidad, una manifestación viva de la fe viva.

Además, junto a las tradiciones que van unidas a las celebraciones de la Iglesia, la devoción a María y a los santos llenaron España de imágenes y lugares de culto, en torno a los cuales surgieron ermitas primero y luego santuarios y basílicas con sus correspondientes peregrinaciones.

Esas ermitas, dedicadas a la Virgen o a los santos, reúnen a los vecinos de cada pueblo en la fiesta del titular para celebrar la fe y festejar la fraternidad de quienes conviven en el mismo entorno geográfico o humano. Cientos de estos lugares se han convertido, andando el tiempo, en santuarios y han alcanzado una proyección nacional e internacional.

Además, esos lugares se han convertido también en centros de peregrinación que mueven a miles de personas cada año. Entre todas ellas, ocupa un lugar propio en la religiosidad española y europea la peregrinación a Santiago de Compostela, una de las más antiguas y más multitudinaria que por más de mil años trae a la tumba del apóstol a centenares de miles de personas cada año.

Cofradías y hermandades vertebran la religiosidad popular

Cofradías y hermandades vertebran hoy la vida cristiana en muchos lugares en donde se vive la religiosidad popular. Lugares para la tradición, contribuyen de manera importante a la formación cristiana de los fieles y sirven para encauzar la vida de caridad en atención al prójimo más necesitado. Esta religiosidad popular que se aglutina en cofradías y hermandades aleja el peligro de una fe individualista y sostiene relaciones en la comunidad cristiana, con compromisos fraternos y rostros concretos, que se acercan a Dios y descienden para sostener al pueblo cristiano.

El Papa Francisco enseña que esta religiosidad es una expresión particular de la búsqueda de Dios y de la fe. Cada persona que se acerca a venerar las imágenes de la Virgen y de los santos en las sedes cofrades, busca a Dios y hace visible de algún modo la fe.

Aunque en ocasiones han sido tratadas como expresiones de la fe de menor pureza o con desprecio, se vive ahora un nuevo descubrimiento de la religiosidad popular, que hoy significa una relación personal con Cristo, el Verbo de Dios hecho carne. En ella se expresa una sed de Dios que sólo los pobres y sencillos pueden conocer y al mismo tiempo, pueden enseñar, porque, de algún modo, el pueblo de Dios enseña a creer y a practicar aquello en lo que se cree.

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