Encabezados por D. José Rodríguez Carballo, arzobispo coadjutor
El Seminario Diocesano de Cáceres fue el escenario del primer Encuentro Interdiocesano Cristianos en la Vida Pública el pasado 20 de abril. Con el lema “Comprometidos por el Bien Común”, la jornada reunió a miembros de las diócesis de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz, quienes debatieron sobre la importancia de la participación cristiana en los ámbitos político, social, económico y cultural.
El evento, que tuvo lugar de 10 a 14:30 horas, contó con la presencia de Carlos García de Andoin, político y teólogo, y una mesa redonda de expertos coordinada por la delegada de medios de Coria-Cáceres, Lorena Jorna. Entre los participantes estuvieron el historiador del arte Francisco Tomás Cerezo Vacas, el empresario Jesús Domínguez y la jurista, docente y política Pilar Blanco Morales, quienes junto a García de Andoin, aportaron sus experiencias sobre el papel de los laicos en la sociedad y la transmisión de valores cristianos.
Mons. Jesús Pulido Arriero, obispo de Coria-Cáceres, inauguró la jornada destacando la responsabilidad de los laicos en la vida pública y la necesidad de ser valientes, no tener miedo y ser ciudadanos del mundo, pero guiados por el Evangelio: «siendo obispo he descubierto la importancia de esa presencia en el mundo, una presencia que no pueden hacer los obispos ni las instituciones». El prelado también les pedía que hay que ser valientes y no tener miedo, ser ciudadanos del mundo, pero con la guía de las aspiraciones del Evangelio, promoviendo una civilización de la cultura y de la paz.
La oración inicial estuvo a cargo del arzobispo coadjutor de Mérida-Badajoz, Mons. José Rodríguez Carballo, quien indicó que “seamos faros que indican el puerto que seguro es Cristo”.

La ponencia de García de Andoin abordó la presencia histórica de la Iglesia en la sociedad y su identidad en relación con ella. Resaltó la importancia de la participación de múltiples actores eclesiásticos en la vida pública, incluyendo la acción social de organizaciones como Cáritas.
En su intervención recordó el Sínodo Diocesano de Coria-Cáceres y su invitación a salir a los caminos desde el Evangelio de Lucas.
El ponente también hizo hincapié en la relevancia del cuidado del medio ambiente y la opción preferencial por los pobres, “pilares de la iglesia que nadie pone en duda ya”, añadía García de Andoin, además de citar documentos papales y la labor de entidades como Proyecto Hombre. Así mismo, abogó por un diálogo respetuoso en un contexto de pluralismo religioso y una nueva relación con el Estado. “Las cifras hablan de pluralismo religioso, más que de desaparición de la religión, aunque frente a este escenario es más fácil exponer las creencias y la fe, desde el respeto y sin imposiciones. El riesgo, precisamente los fundamentalismos o las imposiciones de una u otra religión desde algunos Estados”.
«La voz de las religiones es importante en el debate público», afirmaba Carlos García de Andoin, recordando la necesidad de participar en el debate con argumentos y con toda legitimidad, porque se trata también de parte esencial de la democracia.
García de Andoin concluyó destacando la metodología del Sínodo Universal y la necesidad de una Iglesia dialogante y escuchante, invitando a una mayor representación cristiana en la vida política y pública. «En el mundo actual está en crisis la democracia porque falta diálogo verdadero. La Iglesia está precisamente en un proceso de diálogo y escucha fundamental».
También valoró la presencia en el tercer sector, en la labor asistencial y caritativa, la escuela de inspiración cristiana y la presencia en la España Vaciada. «»Hay una infrarepresentación en la vida pública, en la vida política y en el debate público de estas realidades. Sólo salimos cuando nos pisan ‘el callo’. Quiero destacar la importancia de la necesidad de participar en política, en todos los pueblos debería haber algún concejal que se manifestase creyente, independientemente del partido».
El encuentro terminó con la lectura de un manifiesto y la despedida a cargo de Mons. Ernesto Brotóns obispo de Plasencia, y marca un paso significativo para la comunidad cristiana en su compromiso con el bien común y la presencia activa en la vida pública.